domingo, 14 de enero de 2007
Invitación Episcopal:
(Fragmento, Capítulo XXI)
El notario reconstruyó con puntilloso detalle el inventario de quienes alguna vez pernoctaron en la Villa del Príncipe. Resaltó en cada caso, títulos, cargos, nombres, apellidos y merecimientos. Desfilaron por su memoria adelantados, conquistadores, oidores de la Real Audiencia, virreyes, gobernadores, regentes, caudillos de cien guerras civiles, alzados en armas y generales pacificadores, jueces y fiscales, escribanos, contadores y tesoreros, galenos y boticarios, rectores, catedráticos y maestros -muchos de ellos escoltados por parentela de dudoso linaje, en busca de favorables alianzas en la lejana capital- y hasta hizo cuenta de cientos de religiosos, jueces del Santo Oficio, deans, arcedianos, chantres, presbíteros, racioneros, maestros de novicios, maestrescuelas, provisorios y vicarios, canónigos, priores, provinciales, capellanes de variados ejércitos -que combatieron en bandos contrarios, pero siempre en nombre de la misma cruz- frailes, monjas, curas y hasta los sacristanes que nos honraron alguna vez con su presencia...
- Pero ojo, excelentísimo monseñor, jamás de los jamases, en más de 290 años de historia, ha hollado el suelo de nuestro pueblo, un señor obispo.